Era un buen día de agosto cuando recibo el siguiente email en mi correo electrónico:
¿Cómo? ¿Yo? ¿Por qué yo? Y es que mis niños de bachiller y escuela de adultos del IES Andrés Benítez de Jerez de la Frontera, me habían nominado.
Cuando decides ser profesora, jamás, jamás de los jamases, piensas que puedes tener un reconocimiento así, por lo que la felicidad me irradia por las orejas.
Es verdad, que mi mayor premio es el reconocimiento del día a día, ese que te dan los alumnos y las familias cuando te escriben mensajes en las redes, cuando se encuentran contigo en los pasillos o, cuando después de varios años te vuelve a ver y te recuerdan como marcaste su vida; pero de vez en cuando, un profesor necesita un impulso extra para seguir al 200% y esto me ha impulsado al 500.
Los que me conocéis, sabéis cuando me gusta ser profesora y que, en los años que tengo uso de razón, no he cambiado de opinión: siempre he querido ser docente. Por suerte, a lo largo de mi vida he tenido grandes profesores que me guiaron por el camino correcto. Ser profesora de una materia tan bonita como la biología. Si algún día leéis esto, quiero que sepáis que esta nominación es un poquito vuestra.
Muchísimas gracias a todos los que me habéis acompañado y a los que me acompañais día a día en esta aventura de ser docente.
